Para una mariposa

Conozco gente maravillosa, gente linda que me ha enseñado y a los que yo tambien he enseñado; gente amorosa, expresiva, protectora. Pero entre toda esa gente conozco una mariposa increíble, versera, amable y que ha estado conmigo apoyandome. Hoy comprendí que ella ha escrito mi historia y yo la suya.

Ahora sí Mariposa! Agradecimiento publicado...

Cierre del cuento de hadas

Érase una vez una princesa cuyo corazón de alcachofa no pudo resistir tanto dolor y prefirió ocultarse bajo gruesas capaz de indiferente arrogancia y desamor. Su corazón prefería mil veces un servil acompañante que no le quitara el sueño pero la dejara segura en su andar desafiante. Cuidaba entonces de sus sueños, de sus flores, de su magia heredada. Cuidaba de no dar mucho espacio al acercamiento, pues desde pequeña aprendió a no confiar en abrazos de extranjeros. Pero llegó en algún momento un valiente caballero, que con igual desprecio hacia el compromiso del alma logró conquistar su corazón y despojarlo de tanto drama. Pudieron construir un hermoso castillo en las nubes, pero resultó que se caía a pedazos cada vez que el viento de la razón soplaba con fuerza. Pudieron compartir sus experiencias de amor, pero las barreras estaban ya tan concretas que por más que lucharon para derribarlas, en el último minuto siempre algo les saboteaba o quizás ellos mismos simplemente temían tanto el acercamiento que se alejaban. Pudieron conectarse a través del brillo en los ojos que descubrieron desde un inicio, pero tanto el caballero como la princesa preferían cubrir de hielo esta mirada, que tarde o temprano terminó por convertirse en nada... y aquí alguno de los dos reclamó al otro por el engaño, pues un viejo sauce les había vendido el sueño de que eran complementarios. No supieron nunca que no existía la mentira en esta promesa, sino que el universo les había puesto a jugar con máscaras de cristal, que debían ellos aprender a desarmar. El tiempo pasó, el caballero fue y vino del infierno muchas veces, la princesa se convirtió en sacerdotiza de su vida y decidió destruir el castillo que le daba muchas penas. Él hizo un último esfuerzo desde su armadura oxidada, pero ella ya no estaba interesada. Sin embargo, al final del día, cuando él vino a despedirse por última vez, ella tembló por un momento al sentir de nuevo su piel y recordó la luz que le vio una vez. Eran ahora diferentes... quizás algún día podrían juntar sus manos y caminar de frente, pero aún faltaba comer muchas experiencias, pues ya no eran la princesa y el caballero de otras vidas, sino solamente una mariposa y un dragón en pleno vuelo de despedida.

http://moi-lamariposadecolores.blogspot.com/

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