Historia de Libertad

La lluvia comienza, toca el techo de mi guarida, escucho las gotas romperse, simulando lo que tantas veces me pasó

PLOP
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Siento el calor del ambiente, la lluvia despierta el calor latente en la tierra, y el dulce olor a tierra mojada impregna mis sentidos, pronto llegarás. Me siento tranquilo, converso conmigo, mariposas y cuentos de hadas que hago en mi cabeza disfrutando de países que nunca existieron. Permitiéndome más de lo que debí desde el principio.

Pronto llegas, vienes con tu equipo y te sientas frente a mí y finalmente podemos hablar, como nunca lo hicimos; yo mostrándome como una piedra de hielo, vos desmoronándote como un mar tormentoso y nos ayudamos mutuamente. Me tomas las manos, sentados en el suelo frío, riendo como niños en un juego. Queriéndonos más sanamente que nunca.


La lluvia sigue cayendo, la escuchamos juntos, reímos y sabemos que esto es lo que debemos hacer. Miles de colores salen de tí y vuelven a mi, ahí estan todas las esperanzas que puse en alguien que ya no está. Colores también vuelven hacia tu cuerpo, te devuelvo todo lo que me prestaste, ya eso no es mío. Todas las noches que no existieron y una luna de lujuria y estrellas que nos unieron fueron quemadas en las risas del momento. Los lazos fueron cortados y ya no nos atamos.

Nos agradecemos por el tiempo juntos, nos personamos las peleas internas, nos curamos de los daños que sin darnos cuenta nos hacíamos y al fin puedo gritar: Sé libre y feliz. Mientras la lluvia golpea con sus corcheas asimétricas, va lavando todo nuestro pasado, todas las vidas que construimos y nos reconocimos, todas mis fantasías que se quedarán guardadas en mi cajón de sueños rotos pero felices.

Un rayo cae a la tierra, ya es tiempo de tu partida. Te levantas poco a poco, ya no queda nada más por hacer, me levanto contigo y te abrazo. Te despido con fuerza, que tengas un lindo camino. Te vas yendo, sonrío feliz porque conseguí un poco de mi equilibrio perdido.

Siento el frío del ambiente, el clima va cambiando, ya te fuiste y yo siento que vuelvo al inicio, pero no, es el principio de un cuento sin ti.

La lluvia se detiene, el sol toca el techo de mi guarida y un nuevo día me busca para disfrutar del arcoíris que dejaste con tu partida








Permisos

Al final me permití una noche de ilusiones, de todas formas siempre hay días de recaídas en actitudes viciosas, una más no hará la diferencia. Me permití ser el que fue.

Y una vez más te di el papel protagonista de mi historia, ese papel que me salva de la torre con su armadura mágica y me regala ambrosía en los labios, esa parte de ti que solo vive en mi mente. Te permití ser quién nunca fuiste.

Y poco a poco, enfermando mi mente por unas cuantas horas, disfruto de tu aroma que no olvido aunque lo intento, vamos y venimos, danzando una fantasía que por una noche me permití, te dejé entrar en mis sueños e ilusiones, vivir conmigo en el castillo que se pierde entre los montones que construí. Y vivir felices. Nos permití ser quienes debimos ser.

Salón de Baile

En el salón de baile espero por tu compañía, vuelan por el aire acordes que me tocan, al rozar me me acarician y algunos me provocan. Vuelves a salir del baúl en donde vives, te veo en mi memoria y me pregunto: ¿Te amo a tí o a tu recuerdo? Bailas a mi lado, recordándome mis errores, mueves tus manos y ropas al rededor mío y me inundas con tu olor dulce. ¿Será que me escuchas y me ignoras?

 Paso tras paso, con tus pies descalzos caminas sensualmente hasta el lugar de donde saliste y me dejas solo de nuevo, con una sonrisa en la boca, recordando los momentos en que era un pobre iluso con ideas de amor eterno.

Las luces parecen estar bailando tu despedida, y la música parece ponerse más alegre conforme voy recordando los momentos. Son mis emociones las que hacen a la música fluir, y un día más me alegro de haberte conocido y de perderte de nuevo.


Noche de luna menguante

Primer Parte: Noche de Luna Llena

Segunda Parte

Es tiempo de que sepas mi comienzo, mi historia, de que me conozcas como no me has podido conocer. Siempre me han llamado de muchas formas pero mi verdadero nombre solo es uno, en su momento serás capaz de recordarlo.

El primer recuerdo que tengo es estar rodeada de luz, en un claro, en un bosque lejano. Vengo de una familia pobre, pero rica en pensamiento, personas humildes y sabias y ese fue mi regalo en la vida. Un día escuché su voz y corrí hacia aquel árbol en el que me citó. Iba por el sendero de piedra, caminando sin saber hacia donde me dirigía, pensando en que era lo correcto, pero me equivocaba.

Llegó con su traje oscuro, ya lo conocía en sueños, sabía como se llamaba y extrañamente el sabía mi nombre, de esa forma fue capaz de llamarme a la distancia: Me conocía profundamente y podía controlarme con solo pronunciar una palabra.

Con su dulce voz lo seguí, no me daba cuenta de las cuerdas que apretaban mis manos, estaba ciega a las intenciones de él. Él, el de el nombre maldito, el que puede matar la cosa más bella con solo mirarla, el que quería matarla y para eso me necesitaba.

Aquella noche, una noche en donde mi mente me engañó y me dijo que todo lo que pensaba era correcto decidí seguir su palabra. Escaparía de noche, la noche de luna menguante, y haría el ritual en el mismo claro en donde por primera vez me encontré con el... No, no era la primera vez, porque él estaba en mi vida desde antes.

Al llegar al claro encontré lo que me prometió, todos los implementos listos para el hechizo. ¡Que engañada que estaba! Pensaba que traería la paz entre los reinos, la paz que tanto deseaba al ver ambas guerras, al ver a las personas malditas y sufriendo por los magos de ambos bandos, al ver las muertes injustificadamente justificadas por la sed de poder.

Sin ningún esfuerzo llamé al fuego, conocía como hacerlo y sabía su verdadera naturaleza, cociné los distintos líquidos de los cuales ignoraba su nombre y puse el último ingrediente a la pócima: Una gota de la sangre más roja, la mía.

Me apena contar que lo hice, las consecuencias fueron demasiado grandes. En el momento en que mi sangre tocó la terrible poción, sombras y llantos salieron del fuego, todo lo inundó la oscuridad, el fuego no calentaba ni brillaba, estaba frío y sombrío. No entendía como eso tan terrible traería lo que tanto había deseado, lo que me prometieron unos labios dulces llenos de veneno.

Corrí hacia mi casa, quería contarle a mis padres, ellos sabrían como volver a las sombras a su lugar, pero mi aldea ya no estaba; lo que quedaban eran sombras frías y olor a desolación, lo que quedaba de la bella aldea era yo.

Cargo con la culpa de mis actos, a pesar de entender que fui engañada y controlada, no debí hacerlo y por eso ahora pago con soledad infinita. Él no me deja en paz, siempre está en mis sueños, cínico, triunfante y aunque sé su nombre y podría utilizarlo como él lo hizo conmigo hay una razón por la que no puedo lograrlo. Justo por esa razón he buscado ayuda, alguien debe conocer mi historia para que pueda ayudarme a vencerlo, y también para que alguien cargue mi peso y mi culpa.

Como él siempre está conmigo, sabe mis planes y siempre logra recordarme el poder que tiene sobre mí: Siempre mata a aquellos que saben mucho, siempre saben mucho aquellos que me importan y me aman. Al final he logrado plantar algunos acertijos en ciertas personas, mis guerreros, los que me ayudarán cuando sea el momento, porque a todos les he dejado un recordatorio, uno de mis nombres: La Rosa que Resurge.

Ahora estoy acá, perdida y buscando el desenlace de mi historia, la historia trágica que como su inicio debe terminar, me acerco a las tierras del Conde Felias, la última pieza de mi plan, la primer chispa de la hoguera.

Cosas que he hecho y que tengo que hacer

En mi vida y la de cualquiera creo que siempre habrán cosas que uno ha hecho, pero siempre debe volver a hacer, así lo es el cerrar con los círculos. Esto es algo que una mariposa escribió en sus alas y me dejó verlo por un rato para darme cuenta que estamos conectados. Algún día cerraré con Ananke, pero aún queda mucho por descubrir de ella.

Cerrando Círculos

Como el agua que fluye por la montaña
y las nubes que recorren el cielo,
la noche nos trajo la calma
de contar estrellas en medio de los silencios,
fue una despedida de almas,
saber que somos libres de buscar otras camas,
encontrarnos sólo por satisfacer la piel y sus ganas
y no desgastar ansiedades pasadas.

Lo sentí en el pecho al decirte adiós,
lo sentiste en mi cuerpo al salir por el portón,
sé que volveremos a vernos cuando el Sol se ponga,
pero ya no seremos los mismos que nos arrancamos la ropa,
pues llegamos al punto de inicio de nuevo
donde nos despojamos de todo recelo.

Tomado de: El vuelo de Moira

El olor del tiempo

Hace un tiempo, no mucho, unos meses quizá, vi una obra con una temática muy interesante. La obra llamada "4 Bailes" escrita por Albert Espinosa trata sobre un joven que tienen dos trabajos, los cuales comenzó por pasión, pero perdieron el sentido cuando los vio por dinero. En una escena de la obra, una niña muy especial, le hace una pregunta al protagonista: ¿Cual es el olor de tu infancia?

A esa pregunta, que es parte importante de la obra, se me vinieron a la mente muchas respuestas posibles y personales. Respuestas que movieron recuerdos que no sabía que tenía y también otras más que me trajeron el aroma dulce del pasado.

Mi olor de la infancia es el olor de mi abuela cuando me abrazaba con sus grandes brazos y, sin yo saberlo y sospecho que ella tampoco lo hacía, me mostraba la parte femenina de Dios: La misericordia. Mi olor de la infancia es el olor de tela vieja, usada y guardada, tal vez a naftalina, tal vez a perfume mágico que no sabía de donde sacaba.

El olor de mi infancia es el olor a plástico por un juguete que tuve desde el nacimiento, es el olor a un perfume de mujer en una botella de "Los Picapiedra" que me prestaron para que lo usara. El olor de mi infancia es de lágrimas de pequeño cuando me dí cuenta de la ilusión del mundo: Mi hermano no me quería de la forma en que había dicho cuando yo era un bebé. ¡Y sí! Aún recordaba la canción que me cantaba para dormir.

También es un olor a travesuras, de cuando decidimos salir de mi casa a escondidas para ir a jugar a un sitio prohibido, de cuando jugábamos entre los grades tubos y me asustaron a muerte aprovechándose del cariño que les tenía. ¡Dulces tiempos de infancia y amistades perdidas!

Supongo que puedo decir que el olor de mi infancia es el de un árbol de manzanas de agua (Jambu)  cuyas ramas llegaban hasta el suelo, regalándome esos frutos bajo la protección de sus brazos. Y el olor a un piso de madera largo que llevaba a una cocina de leña, el olor de un color rojo sangre donde jugábamos a los concursos y al baile, también el olor a inventarse una casita hecha con una pared de barro con huecos y botellas vacías, donde el dinero eran las hojas de las plantas y las habitaciones eran partes alejadas, porque nuestra casa era el mundo.

Un olor que siempre tengo en mi memoria es el olor a culpa y arrepentimiento, por acusaciones injustas a una de las personas que más me amaron (Mi abuela) y por no apreciar lo que ella nos daba con sus esfuerzos. ¡Que amargo y doloroso es el olor de ese recuerdo!

Muchos olores más arman mi infancia, ilusiones, alegrías y lágrimas, pero es muy extenso para ponerlo todo en palabras. Lo que sí sé es que hay momentos en mis días en que me llega un olor fantasma, como si esos recuerdos se fusionaran y se hiceran un olor dulce, morado y agradable. Es el olor del tiempo que a veces entra en mi vida y hasta ahora no he podido identificar qué olor es, qué lo trae, pero soy feliz siempre que lo huelo.

Noche de recuerdo

En la dulce noche fría de invierno, iba caminando por el parque con un abrigo negro, caliente, una bufanda y comiéndome un dulce; tenía que disfrutar del azúcar en cada momento que pudiera. En la oscuridad noté una piel tan blanca que brillaba por sí sola, una cara perfecta, sin señales de ningún defecto, unos labios rojos como la sangre y unos ojos de un negro profundo, como el mar calmo en una noche tranquila.

Ella iba vestida de negro; una camisa y una enagua suelta que le llegaba a las rodillas, el cabello, que era igual de negro que sus ojos, estaba ondulado y caía suavemente por sus hombros. Sentada, esperando algo o a alguien, fijó su mirada en mí y yo en ella, sentía como me atraía con la mente. Luché contra el impulso de hablarle, tenía algo extraño en su mirada, como si supiera lo que estaba pensando, como si quisiera que lo pensara. ¡Y aún así seguía tan inmóvil y tan dulce!

Seguí caminando pero no pude evitar dar la vuelta para encontrarme de nuevo con esos ojos, quería saber si de verdad me había visto a mi, si de verdad la había visto a ella. Y ahí seguía, perfecta como una estatua de marfil  En ese tiempo no conocía lo que conozco ahora, pero verdaderamente sentía que era algo fuera de lo normal. Descubrí que el parque estaba solitario, que la noche estaba más callada de lo normal y las dos estatuas que custodiaban la iglesia me veían con pena, como si supieran que algo malo estaba por pasarme. 

Al final decidí por seguir caminando, si no lo hacía llegaría tarde a la reunión con mis amigos y me reclamarían. Ella pareció decepcionarse pero siguió ahí sentada, quieta, hermosa.

Luego de algunos años morí. En esa vida tuve muchas heridas, así que no recuerdo muy bien cual fue la definitiva, supongo que todos hemos pasado por alguna vida de guerra y de lucha, la mía fue esa. Reencarné infinitas veces y viví demasiados momentos. Al fín llegué a esta vida en donde la Magia me encontró nuevamente, los Dioses me permitieron ver muchas de mis vidas y conocer secretos y aprendizajes que había olvidado.

Hoy, luego de salir del cajero automático, en la fila, me encontré con esos mismos ojos negros, profundos, con esa misma piel, con esa misma cara. Estaba un poco cambiada, tenía el cabello lacio y un poco ondulado al final, pero siempre tan dulce como aquel momento. Supuse que, como yo mismo, ella había cambiado a través de sus reencarnaciones, pero en eso volvió su mirada hacia mi. 

Esos ojos eran los mismos que me miraron aquel día, me reconocía, pero no fue un reconocimiento como el mío, ella era la misma que años atrás. Había cambiado, si, pero seguía siendo la misma, con la misma consciencia. Vidas antes no habría creído posible que alguien viviera tantos años, pero ahora con todas las cosas aprendidas y vividas no me queda otra opción a creer: Ella no moría, ella ha vivido desde siempre y yo pude ser su victima

El hombre de las máscaras

El teatro está vacío y oscuro, en el escenario está él, un hombre fascinante cuyo acto hipnotiza y lo ennoblece. La luz se enciende. Lo reciben los fantasmas fríos, los fantasmas que no están viendo, como siempre, y comienza su acto. Miles de máscaras dentro de un maletín, miles de personajes viven dentro de él.

Portando las máscaras le muestra al teatro estos seres, uno feliz, otro sorprendido, el que le sigue está triste y luego uno serio. El hombre de las máscaras sabe cual usar en cada momento y de memoria dice los diálogos de cada personaje.

Rápidamente cambia de máscara, lentamente se pierde a sí mismo. Mientras las luces están sobre él, se las pone y se las quita. Su preferida es la Feliz, porque muchos dependen de esa.

¿De donde vienen tantas? Supongo que te preguntas. Las de madera las encontró mientras vagaba por el parque, las de piedra y más pesadas se las dio la gente misma porque eran lo que ellos ocupaban ver en otra persona, son las más pesadas de llevar y las más difíciles de quitar. Pero las más importantes son las que él mismo creó para protegerse del mundo, esas son de oro.
Hace una reverencia y lleva la cara de sorpresa, a las personas les gusta sentirse escuchadas; gira y gira y ahora muestra otra máscara, la triste, es con la que más se identifica. Se entretiene en sus memorias y le da gusto que nadie vea tan profundo en él como él mismo ve. Sigue actuando.

Con el tiempo las luces se apagan, el teatro es cruel, el tiempo se acaba, su acto terminó. Camina a su camerino pensando que nunca ha vivido la vida que era para él, sino la vida que otros vivían; camina portando una máscara que nunca había usado: Su verdadero rostro.

Al llegar toma en sus manos una navaja y se corta las venas. Su público ya se marchó. Mientras la sangre corre por el piso de madera barnizada cambia de máscara nuevamente, ahora es "feliz". Su vida también se apagó.

El Ser Araña


Sentado con su amiga Soledad, entra alguien nuevo, vino buscando algo extraño, vino por el poderoso olor dulce de la ternura en sus labios. Hay una trampa mortal para todo el que entra en su cárcel, envuelve, cocina, y sus palabras envenenan. ¿Cuánta experiencia tiene ya? Lo siente tan normal como la sangre por sus venas.

Y en las horas en que la Luna reina, lo mata y guarda su cabeza, un trofeo más en la vitrina de amoríos y sexo. Una vitrina que comenzó con aquel encuentro, cuando todo era perfecto, hasta que llegó alguien más y no se detuvo hasta tenerlo todo. Pero al final la culpa solo es de uno, de esa cabeza que sonríe, que parece que sigue teniendo pensamientos filosóficos y matemáticos, pero no, está muerta, es un premio.

Otra más, una de las más importantes, ha sido la más costosa de cortar, no tiene posición ni lugar, solo está lugares después de tantas que ha cortado ya. Esta victima descubrió como engañar al poderoso ser, tan parecido a las arañas a las que teme por su bien. Si, una cabeza bien cuidada, con machas de lágrimas, una que engañó para salvar su vida, pero su teatro no duró, tan solo un año de mentiras.

Y así sigue la colección, sin dolor y sin temor, cada vez que alguien sigue el olor dulce de su amor, queda atrapado y muere en la telaraña que tejen juntos para el placer. ¿Cuánto durará? Solo él tiene el poder de parar y aun así, se siente tan a gusto en la tumba de su vida, se siente tan preso que no cambia, ni lo necesita... O tal vez si, pero prefiere no pensarlo, la vida es simple sin amor, la vida es simple matando.