Cuando el corazón despierta VIII

- Miles de preguntas sin responder -

¿Como entender que estoy en el camino correcto? ¿Como hacer para aguantar el resultado de mis propias decisiones? ¿Como asegurarme de que he hecho lo correcto en mi vida?

En definitiva soy un espía masoquista que no deja de buscar dolor en cualquier lado donde lo pueda encontrar, enfrentado a la soledad, la vieja amiga más terrible que he tenido, estoy solo conmigo mismo y soy cruel. ¿Donde están todos? ¿Que hago ahora sin nadie? Hoy me doy cuenta del vacío que existe en mi; hoy ni los Dioses me escuchan.

Decidí y ahora enfrento, pero ¿como liberarme de las cadenas que en mis pensamientos me dicen: ¡Mira lo que perdiste! ¡Mira lo que tienes ahora, iluso, este no es tu camino!? Y al mismo tiempo las rosas más dulces me susurran: Sin tus decisiones la vida sería más complicada, pero ¿Como escucharlas cuando mi futuro ha dejado de brillar?

Hoy olvido todo lo que soñé, hoy olvido una nueva vida, hoy acepto por un solo momento que de nada vale seguir luchando. He perdido más de lo que gané y así debía ser. Mi camino me lleva hacia un abismo y no encuentro desviación.

Debe haber alguien que me responda que no estoy equivocado, que debía estar en este lugar y mientras llega ese alguien no tengo otra opción que arrepentirme por primer vez en muchas noches de algo en mi vida. De perderte, de perderlos a todos...

Cuando el corazón despierta VII

- ¿Libertad o destino? -

Y en esta noche perfecta de clima agradable comienzo a pensar que mis pasos ya están marcados en la arena ¿Donde está el libre albedrío si cada paso que doy me lleva hacia la innegable presencia que en mis sueños me acosa?

¿Es acaso que el destino nos lleva hacia la libertad donde podremos hacer lo que queremos? Y mientras llegamos hacemos lo que debemos para llegar a ese prado verde en donde nuestros caprichos son la ley y decidimos por donde caminar?

¿Será que en algún momento el universo nos suelta la mano para dejarnos marcar nuestro propio camino o es un(a) padre/madre celoso(a) que jamás nos dejará actuar por nosotros mismos?

Lo indudable es que la arena del reloj se agota, se pierde entre miles de granos con sonrisas y lágrimas en el fondo del cristal. Ahora sé que mi cambio es para prepararme. Sé lo que viene y lo espero con brazos (Y mente) abiertos.

¡Oh línea cruel que eres tú, vida mía, vida nuestra! Que juegas con nuestras emociones; conocida como Fortuna, como Diosa y como Madre siempre eres quien junto con las fuerzas del tiempo nos enseñas y nos muestras los secretos del cielo inmenso, con luces que oscurecen la eternidad y solo quien despierta del sueño eterno de la mentira que es la realidad puede ver los hilos que se mueven cual si fuera un baile por el mundo.

Un nuevo mensaje nocturno

Y otra vez vuelves a mi, querida y preciosa Ananke. En sueños te ví, se que estas esperando por mí y yo estoy a las ordenes del Destino.

¿Que será esa aventura que nos espera juntos? ¿Esta vez quién eres? Te espero sentado en mi trono, como muchas veces lo he hecho, te espero y mientras llegas quedaré congelado en mis sueños y mis visiones.

Vuelve pronto, tortura de vidas. Vuelve y enséñame este nuevo curso hacia donde me quieres llevar. Suicidate como la profecía lo dice, búscame, entra en mi vida con tus lentes y tu blancura. Ven a mi, necesidad infinita.

Cada vez que la tierra y los magos me dictan tus pasos, más cerca me siento de tí. ¿Esta vez por cual de todas mis murallas entrarás? ¿Por cual de todas las puertas de mi fortaleza te irás?

Solo queda esperar más señales, esperarte. Ven amada mía.

Reseteo de vida

El dolor que sentía en mi vida por perderte ya no está. El dragón me ha ayudado a quemar todo sentimiento por ti, todo excepto el amor universal a tu ser interno, a la persona que eres. Viendo tus fotos, tus conversaciones supe que no debía tenerte más en mi, te he soltado, sé libre y feliz, yo esperaré el caos en mi vida, ese que vi en mi sueño, ese que sé que tiene que venir.

Oh gran dragón de la oscuridad, ven dame tu luz, llévame contigo a derribar ángeles, hazme estrella, mátame, destruye mi mundo, hazme nuevo



Ayuda mágica

Una amiga bruja de las más bellas me pidió como ayuda publicar uno de sus maravillosos cuentos. Espero que les guste!

El Regalo de Osun: La Rosa de Luz

Mi pequeño altar ya estaba armado, le hacía honor a la Luna llena y al mágico día de los unos (11-11-11), en el sur el fuego espiritual de las dos velas de los Dioses alumbraba mi ojo de cristal sentado en el centro, el incienso a mi izquierda me sumergía en el trance, al lado derecho en el vaso con agua salada Ella reposaba, un cuarzo cerca de mi corazón era el ancla, el norte de mi destino y amor. Escuchaba embelesada la música en repique del aguacero, los cuarzos líquidos de este me hicieron sentir miles de voltios en mi alma, yo no podía olvidarlo, por más que he intentado distraerme en mil cosas, inevitablemente cuando su espíritu viene a mi memoria me acompaña la hermana nostalgia, el hecho de haberle conocido en esta vida mas no poder acercármele tanto como deseo aguza el dolor.

Aunque he de admitir nos hemos encontrado alguna vez en los planos más sutiles, al reunirnos nuestras almas desaparece momentáneamente ese vacío dejado por su violenta partida allá en China en manos de malvados, por otro lado en la vigilia su indiferencia, sus distracciones estériles que lo apartan del amor anhelado y de su misma naturaleza elevada.

Mis pensamientos vagaban por las esquinas de la memoria inefable y eterna, por todos aquellos intrincados pasajes pertenecientes a esa y esta vida, aquella hija hermosa producto de nuestro amor, aquel día, aquella, el lecho floral, la casa de nuestro futuro, y más. ¡Detente te lo ruego Oya! Tus vientos y tempestades abaten las aguas de mis sentimientos, tu riges a los muertos, te lo llevaste aquella vez, ahora al parecer esperas pacientemente regir mi agonizante corazón cuando ya no pronuncie latido; incontables veces he sentido las lágrimas ahogarme pero ya aprendí a nadar.

Seguí retando a Oya, el contenido del vaso comenzó a burbujear furiosamente, al ver esto me inquieté al pensar que la señora de los muertos venía a por mi, las pequeñas conchas arremolinadas en un danzar grácil en el pequeño Mar, preludio de una asombrosa manifestación, el agua decidió liberarse de la prisión vidriosa, el recipiente se rompió para presentarse en la hermosa figura de una señora, esta no era otra que la Diosa Osun, Afrodita negra, aspecto Mari proveniente de la extensa Sabana Africana, acompañante fiel de los antiguos esclavos negros.

Su hermosa voz era la lluvia, me habló dulcemente, sacó su espejo negro e invocó a Ifá, el oráculo yoruba y consultó si debía rebelarme un arcano, veía el espejo con hermosos mohines en su rostro de ébano, de pronto se iluminó este con una sonrisa y me dijo: "¡Vamos!" mientras me extendía su mano, así iniciamos nuestro viaje a través de los dominios del orishá del Mar, Olookun. Agua de sombras llena de puntos brillantes, todos estos puntos eran los distintos orishás y los antepasados yorubas, los egungun que centelleaban ostentosos cuales gemas conformando el manto sideral.

De pronto la oscuridad se desteñía en tonos índigos hasta encontrar a los turquesas propios de las cálidas aguas caribeñas con sus ramilletes vivos multicolores; el portal nos condujo a Osun y a mi al lugar de los tres limoneros eternos, tierra alguna vez refugio de piratas, cuna de misterios, perla del Caribe, la provincia de Limón; caminamos sobre la tibia arena de la costa, se oían en la lejanía infantiles risas entonces mi pie chocó con una piedrita vi hacia abajo y en la cama arenosa se asoleaban cientos de conchitas y caracoles, estos me parecían trompos, esos unas estrellas, aquellos unos pájaros, todas figuras tornasoles besadas por la sal y el sol, por allá el corro de estrellas de mar y los arbolitos de coral, ¡Déjà vu, esto lo he visto antes! Venía corriendo a gran velocidad una pequeña silueta dando ágiles acrobacias y saltos, se aproximaba cada vez más, me inundé de alegría al ver un rostro obscuro como el caimito, con el pelo en pequeñas motas apretadas, ojos de porcelana y esa risa inconfundible, esa risa que descubre sus encías rosadas como papayas, sus risas seguían resonando por la playa en acompañamiento armonioso con las olas que quebraban en la orilla aportándole a la música de la naturaleza más frescura aún. El pequeño y sonriente niño de unos siete años de edad gritó “¡Osun!” y se tiró a sus brazos.

Osun le dijo: “¡Mi amado hijo chiquito y aventurero, valiente poseedor del egbe, Cocorí!” y lo alzó en brazos.

_ “Mamá Osun, ¿A qué se debe que hoy te presentes en esta forma?, si la mayor parte del tiempo que te veo no tienes forma fija, lo que haces es jugar conmigo al enseñarme al otro negrito en la poza, crear bosques submarinos al reflejar a los árboles milenarios de la selva, también le ayudas a mamá Drusila a lavar ropa, nos quitas a todos la sed, nos limpias mientras jugamos en tus aguas.”

_ “Cocorí, tu me entiendes muy bien, esa es mi naturaleza, soy la esencia del cambio, la única constante en este mundo, siempre atendiendo todo lo que compete al amor ya que es el amor el que nos une a todos, es lo que mantiene el equilibrio entre todos los seres el negro cantor y el viejo pescador te han hablado de todo ello. Hoy decidí sacar mi forma de orishá porque mi acompañante me llamó en este día de unidad, sólo que no creyó que me vería a mí, sino a mi hermana Oya. Su pequeño altar y nostalgia me atrajo. Hoy vamos a revelarle un secreto y le daremos una sorpresa. ¿Me ayudas?

_ “¡Claro que sí! Pero, ¿ella que tiene? Realmente se ve un poco de tristeza detrás de su sonrisa dentro de sus ojos ¿qué te pasa? – Dirigiéndose a mí.

Yo sólo sonreí.

_ “¿Te gustaría jugar un rato y luego comer frutas y arroz con leche en casa con mamá Drusila?

_ ¡Por supuesto Cocorí!

¿Cómo negarme si era Cocorí, el héroe de los cuentos de mi infancia que me leía mi madre?

Los tres jugamos con las olas del mar conversando de todo, de las historias de Cocorí y el origen de mi aflicción, al tener hambre nos fuimos a casa de mamá Drusila, una exuberante dama con la misma sonrisa del negrito, perfumada de lirios y olorosas frutas tropicales: caimitos, papayas, piñas, plátanos, y cocos y su sabroso arroz con leche y jamaica; inevitablemente la asocié con Yemayá, Anna en la Tradición de las Hadas, sabia madre de toda la humanidad dueña de los misterios de Oduduwa: la muerte y el renacimiento. Al pensar más a fondo las aventuras de Cocorí se desarrollan por y para la Diosa, siendo el punto de inicio, la niña rubia, el aspecto Nimüe, doncella y su regalo, la rosa: al deshojarse la hermosa flor, empieza el camino en busca de respuestas, enfrentando sus miedos, los animales y personas con los que se encuentra son sus maestros, el agua, Osun presente siempre le da crecimiento a la búsqueda de Cocorí y a la rosa simultáneamente, después se encuentra con uno de los más importantes de estos maestros, el negro cantor y le enseña el valor de la vida que se vive con bondad, así aprende Cocorí que su rosa fue plena y vuelve al principio de todo, su mamá Drusila y al retornar se siente en paz consigo mismo y le espera la sorpresa de que del tallo brotó un hermoso rosal.

Todas estas ideas revoloteaban en mi cabeza rápidamente, en la casa se hizo de noche y Osun me dijo era tiempo de retornar, me puse triste al oírla, mamá Drusila y Cocorí asintieron que debía volver a casa. Apenada le pregunté a Osun por los secretos y sorpresa que me había prometido, ella me dijo: “Los secretos hija mía, ya los sabes y la sorpresa…”

Cocorí se fue al patio corriendo, al volver traía en sus pequeñas manos una rosa para mi.

_ “Toma, es tuya” _mientras sonreía tiernamente.

Brinqué de felicidad, esta rosa era hecha de cristal palpitante, con los estambres de hilos de luz y rodeada de una aureola de sutil fragancia para mí al igual que Cocorí, fue algo mágico. De repente todo se oscureció y desperté, al ver mi altar noté que el vaso con agua salada no estaba roto y me dije que todo fue un sueño pero al acercarme al altar la vi reposando en el pequeño mar, el regalo de Osun: la rosa de luz. Sonreí y mi corazón me dijo: “la rama de tu amor no morirá, ahora es tu tiempo para empezar tu propio rosal y la nube rosa de encanto los envolverá a ustedes dos uno de estos días”.

Victoria S. (Fée Gothique)


Glosario:

Egbe: Divinidad que representa al doble espiritual que está en el Orun viviendo como un reflejo en cada uno de los seres humanos.

Egungun: Los ancestros de los yorubas.

Ifá: Es la divinidad que simboliza el arte de la adivinación.

Oduduwa: Es el que rige los misterios de la muerte.

Olookun: Orishá del mar, viene a ser el Neptuno de los yorubas.

Osun: Orishá del amor y del río del mismo nombre, se le asocia también con la belleza y la fecundidad femenina, la riqueza y las joyas. Es la Diosa Afrodita de los yoruba.

Oya: Es la orishá de los vientos y de las tempestades, de los muertos también. Los Egbado la llaman Yansan o Ivamesán y está relacionada con los vientos marítimos pues se le rinde culto a la orishá del mar.

Yemayá: Madre divina, divinidad del mar y madre amorosa de la humanidad hija de Obatala y esposa de Aganju.

Entrando a la luz


En un camino solitario, en la noche; en una banca hecha de piedra se encuentra él; mirando hacia los faroles encendidos, ellos son la única presencia, la única compañía que tiene en esa noche. Así debe ser.

Poco a poco va recordando su vida, su suerte y sus lágrimas. Recuerda cuando era un chico tonto, recuerda cuando su rosa lo lastimó, recuerda y eso es todo lo que hace esa noche. Bajo el abrigo de la noche medita y piensa en su vida. Piensa que le falta por hacer y que de todo lo que hizo no debió hacer. Sabe que sus errores son lecciones, los aprecia pero no puede evitar pensar que su vida sería distinta si no se hubiese equivocado.

Ya lo intentó una vez, y lo volverá a hacer, solo en ese camino desierto intentará acabar con su vida nuevamente, lo logrará y volverá a nacer por que así está escrito.

Poco a poco la luz de la luna lo inunda todo, los árboles sin hojas, el silencio que vuelve todo una ilusión. Poco a poco el también se llena de la luz de luna y bajo su protección muere de frio.

A las horas sale el sol, comienza la gente a pasar por el camino, nadie nota que ahí, en una banca hecha de piedra de un camino concurrido se encuentra un cadáver. El recuerdo de alguien que no pudo ser quien quiso ser. El cascarón de una nueva persona.

Justo cuando el sol toma el cielo se levanta de su banca, deja atrás todo recuerdo y no mira atrás, nunca más volverá a ser quien no quiso ser.