Pensamiento musical

Llega el punto en donde comienzo a querer sumergirme una vez más en las aguas de la música, las únicas que me arrullan y me consienten en el recuerdo y la nostalgia. Pensando en vos, Ananke eterna que no termina de sorprenderme con sus mil rostros ¿Cuando los conoceré todos?.

Te ví en un carruaje mágico al momento de tu primer paso y las miradas se cruzaron como dos imanes destinados a encontrarse ¿Que sos sino la más perfecta demostración de Destino? Y una vez más creí y en el amor, una vez más recordé qué fue lo que perdí en su momento y que es lo que está para mi, en el momento en que quiera volver a tenerlo.

Pensando en vos, ese recuerdo que quiero que sea mío, solo mío y no contarlo jamás para retenerte tan pura como te ví, tan falsa como sabía que eras y aún así tan dulce que nada más importaba. Feliz con solo poder ver un vivo recuerdo de mi fuerza y de lo que me espera.


Cambia la música, ahora llueve sobre las aguas de corcheas, blancas y negras. Danzo de anhelo y tristeza, de felicidad y esperanza. Un ritmo nuevo y extraño, el mismo que escucho en mis oídos al verte pasar cerca de mí cuando desapareces al intentar tocarte. Violines tristes que engañan con sonrisas en sus canciones

Llega el punto donde estoy ahogado con música, vorágine de notas musicales, rodeado del dulce sopor del recuerdo de mis vidas anteriores, vidas felices donde yo decidí enarmorarme y sufrir, vidas en las que yo mismo cree mis propios demonios. Y me sorprendo suplicando por la quemadura de un amor. Me sorprendo buscando el dolor, de nuevo, de tus ojos al verme.

Vamos a jugar

Sentados decidimos acostarnos a jugar en mi cama de palabras y preguntas por formular. Caminamos por la arena, llegamos a la orilla del mar, decidimos entrar, decidimos jugar y el peligro roza alegremente nuestros cuerpos. Tú danzas en el agua, yo intento atraparte, bailamos y caminamos juntos por la costa, nos perdemos entre peses y aromas de recuerdos. De pronto el cielo se pone oscuro, la tormenta se acerca. Te alejas riendo y brincando, te sigo desesperado buscándote.

Las olas me revuelcan en la arena, mi vista se turbia ante la sal que entra por mis ojos. Ya no estás y no te encuentro. Ahora solo queda tu recuerdo, de nuevo. Y todo pierde sentido, hasta la fruta más dulce se vuelven amarga ante el toque de un poeta abandonado. 

No reconozco el lugar donde el mar me devolvió con gentileza, siendo sarcástico y riendo de mi torpeza de niño enamorado, inexperto y volátil. Es un pueblo. Casas de piedra cubren el paisaje, casa solas y tristes, grises y gastadas. Camino hacia él con mis ropas mojadas, como recuerdo de respeto, del dolor. Desgastado como una estátua de Sal, la que era la más hermosa y ahora poco a poco se va.

Al llegar a la plaza central encuentro a un anciano sentado en el centro del círculo, está ciego por lo que veo pero me mira fijamente y me parece conocido. Y hablé y el escuchaba. Y le pregunté y el sabía, pero ya nada importaba, porque siento que ya no existo y no sé quién es el que soy ahora. Y habló en un idioma que no conozco aún. Y me dijo cosas que me hicieron recordar. Ahora, años en el tiempo, estoy ciego sentado en una plaza, era yo ese anciano, ahora todo lo escucho, todo lo veo.

De pronto despertamos, siempre nos perdemos en nuestras historias. Me doy cuenta que sigues conmigo y sigo siendo el mismo que comenzó a jugar. Rodeado de Mariposas con colores y en cada ala una leyenda que dicta: Es un juego nada más, un juego más en la eternidad