Violines fantasmas que lastiman mis oídos, coros de ángeles que me gritan con crueldad la realidad: Perdí el paraíso por comer de la fruta prohibida. Y cuando un cuento de hadas me recuerda la cara que en mis sueños reina, recuerdo las risas y la formula para hacer que el mundo desaparezca: Amor.
Todo gira al rededor del dolor y una lista con miles de cosas, ese es el primer impulso, duele vivir, duele soñar. Qué ilusiones vanas viven en mi cabeza, ilusiones que con su transparencia me llevan al precipicio, me pierden y me vuelven a levantar.
Fantasías incompletas en mi mente. La pelea que tuvimos, la conversación que mantenemos y el final que seguiré imaginando. Duendes bailando al son de una melodía que pongo en el baúl de las maldiciones, acompañada por las pociones sin éxito que he intentado desde el nacimiento.
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