Un cuento de caballeros y dragones

Había una vez un caballero enamorado. El no era un caballero cualquiera, al contrario de los demás caballeros, él estaba encerrado en una torre. Siempre veía hacia el reino, bello, limpio, feliz y deseaba ser libre para disfrutar del sol y los campos, pero siempre que intentaba escapar, la bestia del castillo le hacía una pregunta: ¿Qué pasaría si no encuentras ahí abajo lo que buscas? Cada vez la misma pregunta, "entonces buscaría en todos los lugares del mundo" respondía él. El Dragón siempre se volvía a dormir sobre la puerta. "Piensa un poco más" siempre era su respuesta.


El pobre caballero desistió de salir de la torre, el dragón nunca lo dejaría salir, por más que el diera la respuesta correcta. Ese era su pensamiento y así se dio por vencido. Decidió entonces entrar en anhelo, entrar en nostalgia. En cada amanecer veía el pueblo despertar y deseaba estar ahí. En cada anochecer luchaba por sentir la misma calidez que los aldeanos sentían.


Poco a poco la lucha se fue haciendo inútil. Nadie vendría a rescatarlo, nunca sentiría la luz del sol, la locura se acercaba a su mente. Una mañana, despertó con la luz del sol y decidió hacer un intento que nunca había hecho. Decidió imaginar y así imagino el calor del sol y de un abrazo y lo sintió; imaginó el olor y el tacto de la hierba y lo disfruto; imaginó su mundo y de pronto el era todo lo que necesitaba.


Al anochecer salió nuevamente de su habitación. De nuevo la pregunta voló por el aire "¿Que pasaría si no encuentras ahí abajo lo que buscas?". "Lo hago yo mismo, el mundo y lo que necesito está en mi" respondió el caballero. Y poco a poco, la gran bestia movió su cuerpo de la puerta. "Se libre, crea tu mundo" le dijo al caballero, que no necesito más que a sí mismo para hacerlo.

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