Noche de luna llena

 Primer Parte

Ella se sentaba siempre en su balcón, siempre por las noches viendo las estrellas. Era una noche con luna llena, grande, casi palpable. El cielo estaba despejado.

Yo, detrás de ella, vigilándola, intentando que no se diera cuenta que estaba ahí por el miedo de que algún día se fuese, partiera de mi vida y se hiciese daño.
Salí al balcón a estar junto a ella, me volvió a ver y una conversación interesante surgió, como si fuese una necesidad.

-¿Sabes una cosa?- dijo con voz suave, dulce, esa voz única.

-No, no la sé, dímela- dije intentando sonar normal, siempre que se dirigía a mi me ponía nervioso. Ella rió dulcemente mientras me mostraba esa sonrisa acogedora.

-Siempre que miro las estrellas lo único que veo es una gran manta. Esa gran manta que nos cubre tiene detrás de sí una gran luz y las estrellas son agujeros creados por las personas que han podido ver esa luz sin ningún obstáculo.
.
- Interesante perspectiva, entonces ¿quien hizo la luna? Debió ser una persona muy especial para hacer tal agujero.

-Lo fue - me dijo-, fue quien nos despertó, quien nos hizo ver que detrás de esta gran manta hay una luz bella, plateada y solo tenemos doce horas para aprovecharla.

Me quedé callado, sabía que eran disparates pero no quería hacerla despertar, se veía tan bella con la ilusión en sus ojos. Me alejó de mis pensamientos diciendo:

-A veces pienso: ¿Qué será si me voy de aquí? ¿Y qué pasará cuando todo acabe? ¿Seguiré aquí buscando una adicción parecida a su cuerpo?

Mi corazón crujió, aún piensa en el, aún lo ama, pensé. Ese tema siempre me dolía, siempre conseguía que me hundiera en lo más profundo de mi ser, que me revolcara en mis más dolorosos recuerdos. Él, quien una vez le arruinó la vida, él...

Meses después de esa conversación la busqué en su cuarto como todas las mañanas, no estaba, la busqué por toda la casa, simplemente había desaparecido. Volví a mi habitación y como por arte de magia mi cama estaba hecha, una nota reposaba en mi almohada y sobre la nota, una rosa del rojo más intenso, el cual en ese momento me recordó a la sangre. Me preocupé, corrí hacia la nota y la leí casi saltándome las palabras. La nota decía:

A ti, mi querido guardián.

No puedo quedarme más, te he dicho todo lo que podía, te he dicho más que eso. Esta vez debo irme, volar, pero siempre te estaré cuidando, como tú lo hacías conmigo.

Una persona adicta necesita de una nueva adicción para superar su necesidad, sé que él me lastimo, que él me utilizó, cuando pienso en eso siempre recuerdo el frío dolor de mis sentimientos quebrándose en pedazos, pero aún así siempre estuve abierta a otra persona, llegaste tú, sí, mi nueva adicción eres tú. Aquella noche le hablaba a mi madre, esa luna que nos veía amablemente, no a ti. En mis cuentos está la clave, sé que tú lo sabes.

He recibido mi llamado, no me puedo quedar por ahora pero volveré. Mientras lo hago, recuérdame con esta rosa, es mi símbolo, yo estoy en ella y ella me dicta lo que le dices. Háblale de vez en cuando, yo te escucharé. Cuando ocupe ayuda, lo sabrás, eres mi caballero.

Te dejo.

Eso fue todo lo que me quedó de ella. Sé que está bien, aunque no logro evitar que los pensamientos fatalistas lleguen a mi mente. La extraño, pero cada luna llena le hablo y me despierto con el olor de su piel en mi cama. Su rosa aún no se marchita, está intacta y con la misma intensidad de antes.

No puedo soportar que ella llegue a estar en peligro ¿Y si no puedo ayudarla? ¿Si la pierdo definitivamente?

Necesito encontrarla, necesito saber dónde está. La amo, y quiero estar con ella.

Ella es mágica


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