Un regalo de un Elfo.

El mundo es mágico, existen mariposas que hablan, brujas que no encajan en ningún estereotipo y elfos. Uno de estos último, el más lindo que he conocido, como una noche con estrellas brillantes, me hizo un regalo. Acá se los comparto:



Niño, hijo de la luna
¿Que haces que no me adulas?
¿Quien te distrae de mi?
¿Acaso mi canto ya no te hipnotiza?
¿Mis ojos ya no atraviesan el cristal de tu alma?
Dime si mi voz se pierde en la oscuridad de la noche
para rogar a el viento que la lleve hasta ti.
O niño, reflejo plateado en el agua,
dime ¿Que haces oculto en el manto de la noche?
¿Porqué juegas a las escondidas como una driada de árbol?
¿Por que hulles al escuchar mis pasos?

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Noche, tú que llegas con tu oscuro manto y cubres con él la inmensidad de mi alma, dime, ¿quién es ese que corre por el bosque? Por más que lo busco el sigue escapando de mi. El viento susurra a mi oído que lo busque pero en la oscuridad solo alcanzo a ver su resplandor a lo lejos ¡O luna! Tu que guardas, tu que iluminas mi alma, dime si a acaso es tu hijo este niño que juguetea en mis dominios y que roba mi atención pero no responde a mi llamado.

Esta noche le prestaré mi voz al viento para que lleve lejos mi canto y él pueda escucharlo. O hermosa criatura, tu cabello se ondula mientras juegas con las dríadas, tus ojos guardan el brillo de las estrellas y tu risa es tan dulce que las flores florecen al escucharla. O hermoso regalo de la noche, ¿Qué pasa que te ocultas de mi? Ven esta noche a mi lado, regálame un amanecer junto a ti, Permíteme sentir tu piel, esa piel aterciopelada que refleja la luz de la luna y le roba su color plateado.

Mientras espero su respuesta en lo profundo de mi gruta escucho un murmullo, es el agua que cae por entre las grietas y forma un hilo cristalino que fluye y cae por el acantilado de mi soledad, en su susurro escucho un canto, es el canto de mi esperanza que no muere que promete que el vendrá, corro a la entrada de la gruta con mis pies descalzos, el deseo sobre mi cuerpo desnudo es cubierto por un manto de inocencia. Ya en la entrada de la gruta puedo escuchar sus risas, y sus saltos entre los arbusto, de la misma forma que juegan las dríadas en el bosque, lo único que rebela su presencia además de sus dulces sonidos es el momentáneo toque de los rayos de luna que se cuelan entre las ramas.

Mi corazón salta cada vez que veo sus ojos brillar en la oscuridad de mis pensamientos y su risa rompe el silencio de mi soledad, pero justo cuando su rostro esta a punto de revelarse, el amanecer a lo lejos llega y súbito, y el dulce niño, hijo de la luna se escabulle entre las ultimas penumbras, dejando tras de sí, huellas en el pasto cubierto de rocío.

Otro amanecer llega, bañando mi cuerpo con los primeros rayos del día, su calidez rosa mi cuerpo y es entonces cuando lo siento, son sus labios, tiernos y cálidos deslizándose por mi cuello y abrazándome con el calor de un nuevo día. Pero esta noche lo volveré a esperar por que un amanecer no es suficiente para mí, yo quiero tener el regalo de la noche, el reflejo plateado en el cristalino y apacible pozo de agua, el hijo de la luna y desvelo en mis largas noches de soledad.

Por eso, Viento! toma mi voz nuevamente , recorre el firmamento, busca entre los bosques, recorre las praderas con mi llamado y tráelo de regreso a mi, que el recuerdo de sus cálidos labios no calma mi deseo, todo lo contrario, me hace desearlo aún más.


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