Entrando a la luz


En un camino solitario, en la noche; en una banca hecha de piedra se encuentra él; mirando hacia los faroles encendidos, ellos son la única presencia, la única compañía que tiene en esa noche. Así debe ser.

Poco a poco va recordando su vida, su suerte y sus lágrimas. Recuerda cuando era un chico tonto, recuerda cuando su rosa lo lastimó, recuerda y eso es todo lo que hace esa noche. Bajo el abrigo de la noche medita y piensa en su vida. Piensa que le falta por hacer y que de todo lo que hizo no debió hacer. Sabe que sus errores son lecciones, los aprecia pero no puede evitar pensar que su vida sería distinta si no se hubiese equivocado.

Ya lo intentó una vez, y lo volverá a hacer, solo en ese camino desierto intentará acabar con su vida nuevamente, lo logrará y volverá a nacer por que así está escrito.

Poco a poco la luz de la luna lo inunda todo, los árboles sin hojas, el silencio que vuelve todo una ilusión. Poco a poco el también se llena de la luz de luna y bajo su protección muere de frio.

A las horas sale el sol, comienza la gente a pasar por el camino, nadie nota que ahí, en una banca hecha de piedra de un camino concurrido se encuentra un cadáver. El recuerdo de alguien que no pudo ser quien quiso ser. El cascarón de una nueva persona.

Justo cuando el sol toma el cielo se levanta de su banca, deja atrás todo recuerdo y no mira atrás, nunca más volverá a ser quien no quiso ser.

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