Esa noche era definitiva para él, ahí en ese fuego sus pasiones se quemarían, sus deseos se perderían en el olvido y su alma hablaría con esa persona a la cual debe dejar libre.
Poco a poco espera la hora en la que su amante aparezca. Tenía que aceptar lo que había visto e ignorado, tenía que aceptar la bendición de la sabiduría, aunque esa bendición sea tan dolorosa como una espina de rosa en su corazón.
-Podés soltarno en energía- Le dijeron sus maestros -Tu deseo de mantener su contacto no te deja pensar.
En sus manos descansaba una foto, un corazón roto, una rosa roja y un papel con un nombre. Arma el circulo con sal, limpia el lugar con energía y rituales, pide ayuda de los elementos, el aire primero, luego fuego, agua y tierra; llama a los Dioses, Chronos, rey de la experiencia y el tiempo; Ananke, reina del inevitable aprendizaje y su esbath comienza.
Danzando y hechizando su lastimado corazón, se acerca el momento, se sienta cerca del fuego y dice su conjuro para llamarla a ella, quien lo torturaba desde tiempos antiguos. En el fuego se adivina la figura de una mujer alta y blanca, ella o más bien su alma. Le devuelve lo que le pertenecía, y la deja libre. La foto se quema, su nombre vuela por el viento, su corazón sangra y la rosa se marchita, triste, poco a poco.
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