Noche de recuerdo

En la dulce noche fría de invierno, iba caminando por el parque con un abrigo negro, caliente, una bufanda y comiéndome un dulce; tenía que disfrutar del azúcar en cada momento que pudiera. En la oscuridad noté una piel tan blanca que brillaba por sí sola, una cara perfecta, sin señales de ningún defecto, unos labios rojos como la sangre y unos ojos de un negro profundo, como el mar calmo en una noche tranquila.

Ella iba vestida de negro; una camisa y una enagua suelta que le llegaba a las rodillas, el cabello, que era igual de negro que sus ojos, estaba ondulado y caía suavemente por sus hombros. Sentada, esperando algo o a alguien, fijó su mirada en mí y yo en ella, sentía como me atraía con la mente. Luché contra el impulso de hablarle, tenía algo extraño en su mirada, como si supiera lo que estaba pensando, como si quisiera que lo pensara. ¡Y aún así seguía tan inmóvil y tan dulce!

Seguí caminando pero no pude evitar dar la vuelta para encontrarme de nuevo con esos ojos, quería saber si de verdad me había visto a mi, si de verdad la había visto a ella. Y ahí seguía, perfecta como una estatua de marfil  En ese tiempo no conocía lo que conozco ahora, pero verdaderamente sentía que era algo fuera de lo normal. Descubrí que el parque estaba solitario, que la noche estaba más callada de lo normal y las dos estatuas que custodiaban la iglesia me veían con pena, como si supieran que algo malo estaba por pasarme. 

Al final decidí por seguir caminando, si no lo hacía llegaría tarde a la reunión con mis amigos y me reclamarían. Ella pareció decepcionarse pero siguió ahí sentada, quieta, hermosa.

Luego de algunos años morí. En esa vida tuve muchas heridas, así que no recuerdo muy bien cual fue la definitiva, supongo que todos hemos pasado por alguna vida de guerra y de lucha, la mía fue esa. Reencarné infinitas veces y viví demasiados momentos. Al fín llegué a esta vida en donde la Magia me encontró nuevamente, los Dioses me permitieron ver muchas de mis vidas y conocer secretos y aprendizajes que había olvidado.

Hoy, luego de salir del cajero automático, en la fila, me encontré con esos mismos ojos negros, profundos, con esa misma piel, con esa misma cara. Estaba un poco cambiada, tenía el cabello lacio y un poco ondulado al final, pero siempre tan dulce como aquel momento. Supuse que, como yo mismo, ella había cambiado a través de sus reencarnaciones, pero en eso volvió su mirada hacia mi. 

Esos ojos eran los mismos que me miraron aquel día, me reconocía, pero no fue un reconocimiento como el mío, ella era la misma que años atrás. Había cambiado, si, pero seguía siendo la misma, con la misma consciencia. Vidas antes no habría creído posible que alguien viviera tantos años, pero ahora con todas las cosas aprendidas y vividas no me queda otra opción a creer: Ella no moría, ella ha vivido desde siempre y yo pude ser su victima

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