Es tiempo de que sepas mi comienzo, mi historia, de que me conozcas como no me has podido conocer. Siempre me han llamado de muchas formas pero mi verdadero nombre solo es uno, en su momento serás capaz de recordarlo.
El primer recuerdo que tengo es estar rodeada de luz, en un claro, en un bosque lejano. Vengo de una familia pobre, pero rica en pensamiento, personas humildes y sabias y ese fue mi regalo en la vida. Un día escuché su voz y corrí hacia aquel árbol en el que me citó. Iba por el sendero de piedra, caminando sin saber hacia donde me dirigía, pensando en que era lo correcto, pero me equivocaba.
Llegó con su traje oscuro, ya lo conocía en sueños, sabía como se llamaba y extrañamente el sabía mi nombre, de esa forma fue capaz de llamarme a la distancia: Me conocía profundamente y podía controlarme con solo pronunciar una palabra.
Con su dulce voz lo seguí, no me daba cuenta de las cuerdas que apretaban mis manos, estaba ciega a las intenciones de él. Él, el de el nombre maldito, el que puede matar la cosa más bella con solo mirarla, el que quería matarla y para eso me necesitaba.
Aquella noche, una noche en donde mi mente me engañó y me dijo que todo lo que pensaba era correcto decidí seguir su palabra. Escaparía de noche, la noche de luna menguante, y haría el ritual en el mismo claro en donde por primera vez me encontré con el... No, no era la primera vez, porque él estaba en mi vida desde antes.
Al llegar al claro encontré lo que me prometió, todos los implementos listos para el hechizo. ¡Que engañada que estaba! Pensaba que traería la paz entre los reinos, la paz que tanto deseaba al ver ambas guerras, al ver a las personas malditas y sufriendo por los magos de ambos bandos, al ver las muertes injustificadamente justificadas por la sed de poder.
Sin ningún esfuerzo llamé al fuego, conocía como hacerlo y sabía su verdadera naturaleza, cociné los distintos líquidos de los cuales ignoraba su nombre y puse el último ingrediente a la pócima: Una gota de la sangre más roja, la mía.
Me apena contar que lo hice, las consecuencias fueron demasiado grandes. En el momento en que mi sangre tocó la terrible poción, sombras y llantos salieron del fuego, todo lo inundó la oscuridad, el fuego no calentaba ni brillaba, estaba frío y sombrío. No entendía como eso tan terrible traería lo que tanto había deseado, lo que me prometieron unos labios dulces llenos de veneno.
Corrí hacia mi casa, quería contarle a mis padres, ellos sabrían como volver a las sombras a su lugar, pero mi aldea ya no estaba; lo que quedaban eran sombras frías y olor a desolación, lo que quedaba de la bella aldea era yo.
Cargo con la culpa de mis actos, a pesar de entender que fui engañada y controlada, no debí hacerlo y por eso ahora pago con soledad infinita. Él no me deja en paz, siempre está en mis sueños, cínico, triunfante y aunque sé su nombre y podría utilizarlo como él lo hizo conmigo hay una razón por la que no puedo lograrlo. Justo por esa razón he buscado ayuda, alguien debe conocer mi historia para que pueda ayudarme a vencerlo, y también para que alguien cargue mi peso y mi culpa.
Como él siempre está conmigo, sabe mis planes y siempre logra recordarme el poder que tiene sobre mí: Siempre mata a aquellos que saben mucho, siempre saben mucho aquellos que me importan y me aman. Al final he logrado plantar algunos acertijos en ciertas personas, mis guerreros, los que me ayudarán cuando sea el momento, porque a todos les he dejado un recordatorio, uno de mis nombres: La Rosa que Resurge.
Ahora estoy acá, perdida y buscando el desenlace de mi historia, la historia trágica que como su inicio debe terminar, me acerco a las tierras del Conde Felias, la última pieza de mi plan, la primer chispa de la hoguera.
Al llegar al claro encontré lo que me prometió, todos los implementos listos para el hechizo. ¡Que engañada que estaba! Pensaba que traería la paz entre los reinos, la paz que tanto deseaba al ver ambas guerras, al ver a las personas malditas y sufriendo por los magos de ambos bandos, al ver las muertes injustificadamente justificadas por la sed de poder.
Sin ningún esfuerzo llamé al fuego, conocía como hacerlo y sabía su verdadera naturaleza, cociné los distintos líquidos de los cuales ignoraba su nombre y puse el último ingrediente a la pócima: Una gota de la sangre más roja, la mía.
Me apena contar que lo hice, las consecuencias fueron demasiado grandes. En el momento en que mi sangre tocó la terrible poción, sombras y llantos salieron del fuego, todo lo inundó la oscuridad, el fuego no calentaba ni brillaba, estaba frío y sombrío. No entendía como eso tan terrible traería lo que tanto había deseado, lo que me prometieron unos labios dulces llenos de veneno.
Corrí hacia mi casa, quería contarle a mis padres, ellos sabrían como volver a las sombras a su lugar, pero mi aldea ya no estaba; lo que quedaban eran sombras frías y olor a desolación, lo que quedaba de la bella aldea era yo.
Cargo con la culpa de mis actos, a pesar de entender que fui engañada y controlada, no debí hacerlo y por eso ahora pago con soledad infinita. Él no me deja en paz, siempre está en mis sueños, cínico, triunfante y aunque sé su nombre y podría utilizarlo como él lo hizo conmigo hay una razón por la que no puedo lograrlo. Justo por esa razón he buscado ayuda, alguien debe conocer mi historia para que pueda ayudarme a vencerlo, y también para que alguien cargue mi peso y mi culpa.
Como él siempre está conmigo, sabe mis planes y siempre logra recordarme el poder que tiene sobre mí: Siempre mata a aquellos que saben mucho, siempre saben mucho aquellos que me importan y me aman. Al final he logrado plantar algunos acertijos en ciertas personas, mis guerreros, los que me ayudarán cuando sea el momento, porque a todos les he dejado un recordatorio, uno de mis nombres: La Rosa que Resurge.
Ahora estoy acá, perdida y buscando el desenlace de mi historia, la historia trágica que como su inicio debe terminar, me acerco a las tierras del Conde Felias, la última pieza de mi plan, la primer chispa de la hoguera.
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